domingo, 23 de febrero de 2025

LIDERAZGO INSPIRADOR

 


John C. Maxwell en “High road leadership. Bringing people together in a world that divides”  plantea que en la actualidad vivimos en un mundo en el que los desacuerdos reinan y las personas están divididas, donde cada uno trata de ganar a expensas de los demás y en el que demasiados “líderes” hacen lo que les viene bien para sus intereses exclusivamente y se aprovecha de los demás sin dar nada a cambio.

El liderazgo puede ser una bendición o una maldición, ya que puede ayudar a las personas a que se eleven hacia una vida mejor o a que caigan en la desesperanza. Es triste que actualmente las disputas sean frecuentes y que en lugar de que las condiciones de vida mejoren para las personas debidas a un buen liderazgo, florezcan la decepción y amargura producidas por un mal liderazgo. En nuestra cultura se está produciendo un cisma entre “nosotros” y “ellos”. En nuestro lado están las personas que piensan, actúan, se visten, votan, viven y trabajan como nosotros y en el otro lado todos los demás. Las personas están dedicando su tiempo a luchar por muchos asuntos por los que no deberían luchar y, cuando alguien “gana” es un mal triunfo porque no supone ganancias para la mayor parte de las personas.

Las habilidades y los valores es lo que marca la diferencia entre los buenos y los malos líderes.

a).- Si el líder posee buenos valores y habilidades inspirará a sus profesionales y a las personas y las elevará.

b).- Si el líder posee buenos valores pero malas habilidades no podrá ayudar a las personas que dependen de ellos.

c).- Si los líderes poseen buenas habilidades y pobres valores manipularán a sus seguidores para su propio beneficio personal.

d).- Si los líderes poseen malas habilidades y valores hundirán a las personas que dependen de ellos.

El autor comenta que desgraciadamente en los Estados Unidos los políticos marcan el estándar sobre cómo se deben tratar las personas unas con otras y éste no es positivo. Este cambio se puede observar analizando las elecciones presidenciales recientes. En el pasado, los candidatos luchaban unos contra otros , pero una vez celebradas las elecciones reconocían los esfuerzos de cada uno y se daban la mano.  Luego trabajaban con todos los de ambos lados hasta la siguiente elección. Era como un campeonato de boxeo, donde los dos luchadores se enfrentaban pero mostraban su sentido deportivo al final dándose la mano. Respetaban el compromiso y los sacrificios que hacía la otra parte y como resultado, experimentaban un sentimiento de hermandad porque ambos eran luchadores y sabían lo que suponía entrar en el ring.

En la actualidad, la política se asemeja, más que a un deporte, a una guerra. Los políticos luchan duro, mostrando poco respeto por sus oponentes. Algunos parecen que hasta llegan a odiarse entre sí. Al final  de la carrera su actitud parece ser la de he luchado duro y he ganado, por lo que la otra parte debe mostrarme sumisión. No es de extrañar que una encuesta reciente ha encontrado que el 63% de los estadounidenses siente muy poca confianza hacia los políticos que se supone les representan y 67% tiene muy poca confianza o no la siente hacia el gobierno federal. Desgraciadamente, al mismo tiempo, las personas miran a sus políticos y piensan que así es como ellas deben hacer, también, las cosas, y siguen sus directrices y conductas. Esto es un problema porque no podemos construir nada que merezca la pena a través del odio. Como dijo Maya Angelou: “El odio ha causado muchos problemas en el mundo, pero hasta ahora no ha resuelto ninguno”.

Esta propensión hacia la confrontación y hacia  la falta de respeto hacia otras personas se ha extendido e inunda casi todos los aspectos de nuestras vidas. Cada vez se vuelve más difícil trabajar unos con otros y alcanzar metas que merezcan la pena.

La amabilidad, consideración y empatía solían ser el mínimo estándar de conducta cuando interactuábamos unos con otros, pero demasiadas personas no practican estos valores en la actualidad. Según una encuesta de Gallup el 50 % de los estadounidenses valoraban como pobre el estado de los valores morales y el 75% piensan que la situación está empeorando, citando el principal problema la falta de consideración hacia los demás.

Una de las razones por las que no procuramos acercarnos y trabajar juntos es que ya no consideramos a los que no comparten nuestra opinión como personas con las que no estamos de acuerdo sino que las contemplamos como seres humanos desagradables y asumimos que sus motivos están equivocados y, en ese momento, perdemos la confianza en ellos.

Existe una diferencia significativa entre creer que las opiniones de la otra persona son erróneas y creer que sus motivos son erróneos.  Si pensamos que las ideas u opiniones de otras personas son erróneas estaremos dispuestos a entablar una discusión con ellas y a buscar terreno común. Pero si creemos que sus motivos son erróneos, pensaremos que están dispuestos a hacernos daño y construiremos barreras que terminarán con la relación.

La mayor parte de las personas en la actualidad parece que poseemos un sesgo de confirmación muy fuerte, por lo que buscamos la información y datos que van a confirmar aquello en lo que ya creemos, ignorando el resto. Escuchamos a expertos cuyas opiniones confirmen las nuestras y no queremos escuchar puntos de vista opuestos. Queremos que nuestras opiniones se confirmen.

Los buenos líderes deben superar esta actitud y ayudar a que las personas a las que lideran lo hagan también. Para ello deben tener un sesgo de colaboración muy potente, para que puedan ayudar a reunir a las personas para incrementar la comprensión entre ellas y ampliar sus perspectivas.

Los buenos líderes tienen la responsabilidad de encontrar las mejores respuestas ante cualquier reto o  problema y son conscientes de que puede ser que ni ellos, ni cualquiera de su equipo puede tener las mejores soluciones. Como resultado se comprometen a mantener una mente abierta y a escuchar a todos, incluyendo a aquellos que se les oponen o que están en el lado contrario.

Independientemente de las circunstancias, si queremos ser buenos líderes, debemos mantenernos en el centro sin escoger un lado y escuchar a todos, trabajando para unirles. Todos nos necesitamos, no tenemos todas las respuestas nosotros solos o nuestros afines. Creer que si las tenemos es caer en la arrogancia. Si un líder no puede trabajar con aquellos con los que no está de acuerdo nunca se convertirá en un buen líder y, perderá seguir el mejor camino si siempre hace las cosas a su manera, ya que se enrocará en  defender sus ideas y dedicará su tiempo a luchar por ellas , con lo que eventualmente todos perderán. El camino de la desconfianza y división nunca nos conducirá a dónde queremos ir. No podemos sembrar la división entre  las personas y esperar alcanzar resultados positivos. La conversación y la colaboración siempre obtendrán  mejores respuestas que el aislamiento y la exclusión.

Si observamos el estado actual del liderazgo y pensamos que el problema lo han creado “los que no piensan como nosotros” nos estamos equivocando. Si queremos vivir en un país mejor, con una cultura mejor y en un mundo mejor tenemos que mirarnos en el espejo y reconocer nuestra contribución a la división que estamos experimentando. Tenemos que cambiar la forma en la que tratamos a las personas y en lugar de aumentar la distancia , construir puentes y movernos hacia los demás buscando terreno común.

Maxwell cree que las personas elegimos uno de tres caminos cuando interactuamos con los demás: el camino hacia abajo, el camino en el centro o el camino hacia arriba:

1.- EL CAMINO HACIA ABAJO

Las personas que siguen este camino solo piensan en sí mismas, son muy egoístas. Los líderes cogen todo lo que pueden de los demás sin pensar en devolver nada a cambio, porque piensan que coger es la única forma que tienen de conseguir lo que quieren.

Piensan que el mundo les debe algo y se consideran víctimas, por lo que cuando cogen lo que quieren de los demás sienten que están ajustando una deuda para que el mundo sea justo con ellos. Pero la realidad es que como están cogiendo lo que quieren de los demás están haciendo el mundo más injusto, se aprovechan de los demás para su propio beneficio.

Cuando estas personas ocupan posiciones de liderazgo hacen todavía más daño porque devalúan a las personas, ya que las critican, minusvaloran y minan para obtener lo que quieren o para mantenerlas sojuzgadas.  No quieren construir puentes sino dividir todo lo que puedan a las personas porque piensan que esto les ayudará a mantener su poder.

Irónicamente no están nunca satisfechas  y viven en un estado perpetuo de necesidad: cuanto más cogen, más quieren. El ciclo no se interrumpe nunca.

2.- EL CAMINO EN EL CENTRO

Las personas que siguen este camino valoran la justicia. Están abiertas a dar y a recibir para mantener un equilibrio. Están dispuestas a comprometerse, siempre que obtengan al menos algo similar a lo que han dado.

Este tipo de patrón mental es muy limitado porque es demasiado transaccional, por lo que tiene el inconveniente de que si las personas que los siguen son dañadas o sienten que se han aprovechado de ellas responderán con una venganza de un grado similar al daño recibido, como establece el Antiguo Testamento.   Pero así no conseguimos unir a las personas. Gandhi decía que: “El ojo por ojo hace que todo el mundo termine ciego”.

Muchas personas eligen este camino porque parece que promete seguridad. Podemos calcular lo que damos y lo que recibimos para intentar mantener todo equilibrado. Entre los inconvenientes de esta opción es que podemos estar dispuestos a trabajar con las personas en la parte contraria pero queremos que ellas den el primer paso primero y que escuchen y reconozcan nuestras ideas  primero y, luego quizás estaremos dispuestos a hacer lo   mismo. Mientras tanto esperamos y desgraciadamente con frecuencia estamos siempre esperando.

3.- EL CAMINO HACIA ARRIBA

Las personas que siguen este camino dan primero sin preocuparse por recibir nada a cambio. No intentan que sus interacciones sean justas porque reconocen que la vida no es justa. Valoran a cada persona y la tratan bien independientemente del camino que esté siguiendo. Como consecuencia desean equilibrar la balanza a favor de la otra persona porque saben que así hacen que el mundo sea mejor y no se preocupan por no obtener su parte porque piensan que hay suficiente para todos.

La capacidad de seguir el camino elevado requiere del patrón mental adecuado, por el que en lugar de centrarnos en nosotros, lo hacemos en el bienestar de los demás y buscamos lo que hay bueno en los demás para que salga a la luz.

La tabla siguiente expone las características principales de los líderes según sigan uno de los tres caminos:

HACIA ARRIBA

CENTRO

HACIA ABAJO

 

Valoran a los demás

 

Juntan a las personas

 

Acercan  las posturas de las personas

 

Dan más que reciben

 

Dan primero

 

Dan de manera incondicional

 

Quieren que los demás ganen

 

Tratan a las personas mejor que como son tratados ellos mismos

 

 

Buscan valor de los demás

 

Se mueven de un lado a otro

 

Coexisten con las diferencias entre las personas

 

Dan lo mismo que reciben

 

Dan después de recibir

 

Dan de forma condicional, esperan una respuesta similar

 

Quieren que ganemos todos

 

Tratan a los demás igual que son tratados

 

 

Devalúan a los demás

 

Dividen a las personas

 

Amplían las diferencias entre las personas

 

Cogen más de lo que dan

 

No dan nada

 

Cogen de forma incondicional sin pensar en devolver algo

 

Quieren ganar

 

Se tratan bien a sí mismos a expensas de los demás

 

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