miércoles, 30 de abril de 2025

5 SEÑALES DE UN ENTORNO LABORAL TÓXICO

 


Katia Vlachos en SmartBrief on Leadership del pasado 25 de abril plantea que aunque nuestro trabajo sea atractivo, podemos encontrar que el ambiente en el que tenemos que realizar nuestro trabajo sea tóxico, por lo que recomienda que observemos si existen cinco signos que se pueden presentar.

Reconocer señales tempranas resulta clave para proteger nuestra energía y para tomar decisiones antes de que el burnout nos domine. Entre estas señales tenemos:

1.- NOS FELICITAN Y RECONOCEN POR NUESTRA PRESENCIA EXTENDIDA Y NO POR NUESTROS RESULTADOS

En muchos entornos exigentes el desempeño se mide no por la calidad de los resultados, sino por lo mucho que nos sacrificamos en el proceso. Somos recompensados por quedarnos hasta muy tarde, por saltarnos  los descansos para comer o por responder a los correos a cualquier hora. Los límites son considerados como obstáculos. Por el contrario los entornos sanos se centran en el equilibrio y el valor procede de los resultados no de las horas dedicadas al trabajo o la disponibilidad constante.

¿Qué hay que buscar?: ¿Se reconoce a las personas por  establecer límites sanos o solo por llegar al agotamiento?

2.- EL FEEDBACK ES VAGO, CAMBIANTE O PUNITIVO

El feedback constructivo es clave para el crecimiento profesional. Pero en culturas tóxicas puede utilizarse como un instrumento de control y, por ejemplo, se les recomienda a los profesionales que sean más estrategas o menos intensos pero sin aclarar lo que se quiere decir con estas palabras o sin marcar una dirección. Las expectativas sobre el desempeño son inconsistentes, subjetivos o se comunican solo después de que ocurran los hechos. Como resultado el profesional queda lleno de dudas, intentando leer entre líneas y evitar las críticas en lugar de centrarse en un crecimiento significativo.

¿Qué hay que buscar?: ¿Se comunican las expectativas con claridad o cambian sin avisar? ¿son las conversaciones de feedback regulares y consistentes o parece que son arbitrarias y desestabilizantes?

3.- NO PODEMOS SER NOSOTROS MISMOS EN EL TRABAJO

En estos casos nos encontramos que nos censuramos a nosotros mismos en reuniones, por ejemplo, o dudamos antes de ofrecer ideas nuevas. Lentamente nos vamos convirtiendo en una versión de nosotros más cauta, menos creativa que con el tiempo va a tener influencia sobre nuestra seguridad en nosotros mismos y en nuestra satisfacción con el trabajo. Cuando falta la seguridad psicológica el compromiso, el desempeño y la innovación se resienten.

¿Qué hay que buscar?: ¿Nos sentimos libres para decir lo que queremos y contribuir de forma auténtica? ¿Estamos continuamente intentando averiguar cómo somos percibidos y considerados?

4.- NOS DICEN QUE NUESTRAS PREOCUPACIONES SON EL PROBLEMA

Una de los aspectos más dañinos de un entorno tóxico es cuando nos someten a “luz de gas”. Se presenta cuando planteamos una preocupación válida como, por ejemplo, sobre microgestión, exclusión o violación de límites, y en lugar de ser tomadas seriamente nuestras opiniones se descartan o nos dicen que nuestra reacción es excesiva o somos demasiado sensibles o no encajamos en la cultura de la organización. Esta dinámica erosiona nuestra confianza no solo en la organización, sino también en nosotros. No debemos olvidar que las personas tóxicas disfrutan creando dudas en los demás.

¿Qué hay que buscar?: ¿Cuándo planteamos un tema nos encontramos con curiosidad y con un deseo de reflexionar o con una actitud defensiva o buscando culpar o avergonzar al que la plantea?

5.- SOMOS EXCLUIDOS DE LAS CONVERSACIONES O DECISIONES CLAVE

Si vemos que nos informan regularmente después de que las decisiones se han tomado o no somos invitados a asistir a reuniones estratégicas o nos dejan fuera de lo importante en los proyectos en los que trabajamos, por ejemplo, estas serán señales de que nos están excluyendo. Este tipo de invisibilidad es desmoralizante, mina nuestra influencia, disminuye nuestra capacidad para liderar y manda el mensaje claro de que nos estamos en el círculo de los influyentes. Y, cunado las personas dejan de sentirse vistas dejan de darse completamente o abandonan si pueden.

¿Qué hay que buscar?: ¿es transparente el acceso a la información y a la toma de decisiones o la influencia y visibilidad se reservan para unos pocos seleccionados?

La toxicidad no siempre es muy evidente. Puede mostrarse en forma de ambigüedad, exclusión sutil y erosión emocional. Pero sea cuál sea su forma de presentación es devastadora y afecta negativamente en el desempeño, entorpece la innovación y contribuye al burnout y a problemas mentales.

Mantenerse dentro de una cultura tóxica tiene sus costes. Si parece que constantemente tenemos que andar de puntillas, si estamos cuestionando continuamente nuestra valía o preocupándonos y procurando no destacar para conseguir mantener nuestro puesto de trabajo ha llegado la hora de evaluar nuestra situación y escuchar a nuestro instinto. Debemos preguntarnos qué es lo que estamos consintiendo por un salario, en quién nos estamos convirtiendo en esa cultura y si esa persona es quién queremos ser nosotros.

 

 

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