La segunda cualidad
fundamental que menciona Daniel H. Pink,
en su libro "To sell is human",
del que hablamos en una entrada anterior,
para convencer y movilizar a las personas es:
II.-
OPTIMISMO:
Es esencial ya que en
cualquier ocasión en la que pretendamos vender algo, ya sea un producto o una
idea o cambio, nos podemos encontrar con todo tipo de rechazos, desplantes y
desaires. Poder mantenernos a flote en medio de un océano de oposición es una
cualidad esencial para poder movilizar a los demás.
Distintos estudios
muestran que tiene tres componentes, que
se presentan antes, durante y después del intentar mover o “vender “:
1.-
ANTES: Charla interior interrogativa con nosotros mismos.
Es fundamental que tengamos la certeza
de que vamos a ser capaces de convencer. Para ello tenemos que creer
tanto en aquello que queremos "vender" como en nuestras
posibilidades. Diversas investigaciones, entre ellas las de Ibrahim Senay , Dolores Albarracín y Kenji Noguchi , han encontrado que aunque estas charlas personales de
autoafirmación son positivas, lo son más si se aprovechan para hacerse
preguntas que van a buscar tanto respuestas
que ayuden a encontrar estrategias que faciliten el alcanzar el objetivo como
otras que nos van a ayudar a que afloren
las v verdaderas motivaciones, a ser posible de carácter intrínseco, para
abordar la tarea.
2.-
DURANTE: Positividad. Barbara Fredrickson de la Universidad
de North Carolina es una de las investigadorsa más renombradas en el campo de la
positividad. Ella incluye en este término un conjunto de emociones: diversión,
apreciación, alegría, interés, gratitud e inspiración. Mantiene que las emociones
negativas evolucionan estrechando la visión de las personas y conduciendo su
comportamiento hacia reacciones momentáneas de supervivencia (" estoy
asustado-escapo", "estoy enfadado-lucho"). Las emociones
positivas, en cambio, hacen lo contrario, ampliando las ideas sobre posibles
acciones y alternativas y haciendo que seamos más receptivos y creativos.
El efecto amplificador
de las emociones positivas tiene importantes efectos para convencer a los demás, ya que van a permitir ver de
forma más completa a nuestro interlocutor y a su situación. Donde las emociones
negativas nos hacen ver árboles, las positivas nos facilitan que podamos
contemplar el bosque en su conjunto. Tienen, además, un efecto contagiosos que predispone
a la parte contraria hacia una actitud más abierta a la colaboración y a la
búsqueda de acuerdos.
Otra dimensión
importante que presenta es que necesita que el "vendedor" crea
realmente en aquello que quiere "vender" y esté convencido de sus
beneficios.
Aunque una actitud
positiva es necesaria para obtener mejores resultados, no hay que olvidar, como han demostrado
Fredriksson y Marcial Losada, un científico social brasileño que utiliza
complejos modelos matemáticos y la teoría de la complejidad para analizar el
comportamiento de los equipos, que un cierto grado de negatividad es útil, para
ofrecer feedback de nuestro desempeño e información de lo que funciona o no lo
hace, junto a pistas de cómo hacerlo mejor.
En su estudio encontraron que
siempre que las emociones positivas superaban a las negativas en un ratio de 3
a 1 (por tres momentos de sentir gratitud, satisfacción, interés,,,,y sólo 1 de
enfado, culpa o vergüenza, las personas generalmente florecían). Hallaron,
también que el exceso era negativo: si el ratio era superior a 11 emociones
positivas por una negativa, las primeras empezaban a perjudicar más que
beneficiar.
Barbara Fredrickson
considera que los ratios de positividad que son saludables son resultado de la
calibración de dos fuerzas en competencia: la ligereza y la gravedad. La
primera es la fuerza invisible que nos impulsa hacia arriba, mientras la
segunda es la fuerza opuesta que nos empuja hacia la tierra. Si la ligereza no
se controla nos volvemos volubles y pretendemos vivir en un mundo irreal y si es la gravedad la descontrolada podemos sufrir un colapso por
exceso de sentimientos de pena y
tristeza. Si combinamos ambas fuerzas adecuadamente, podemos mantener una
actitud optimista.
3.-
DESPUÉS: Estilo explicativo. Pink considera que es
una forma de conversación interior que ocurre tras una experiencia. Las
personas que se dan fácilmente por vencidas, que se sienten indefensas hasta en
situaciones en las que tienen capacidad para actuar, explican los sucesos
negativos como si fuesen permanentes, personales y generales. Si el jefe les
grita lo interpretan como: “mi jefe es siempre mezquino” o “todos los jefes son
cretinos” o “soy un incompetente en mi trabajo”, en lugar de pensar: “mi jefe
tiene un mal día y estoy en la línea de fuego”. Martin Seligman: el padre de la
psicología positiva, opina que un estilo explicativo pesimista, con el hábito
de creer que “todo es culpa mía y esta situación va a ser permanente y va a
socavar todo lo que haga ”, es debilitante y consigue lograr que disminuya el
desempeño, desencadena depresiones y convierte cualquier contratiempo en un
desastre.
El estilo explicativo
positivo conduce a un aumento de la confianza en nuestras posibilidades, a la
perseverancia y a equilibrarnos durante los retos y adversidades.
Seligman habla del “optimismo
flexible”, como la actitud más recomendable: un optimismo que no es ciego, sino
que mantiene los ojos bien abiertos.
Daniel Pink plantea las
siguientes recomendaciones para desarrollar los componentes mencionados:
a).-
Practicar la charla interrogativa. Una técnica que puede
ser útil consiste en hacernos la siguiente pregunta: “¿Podemos convencer y
movilizar a esas personas?”. Posteriormente debemos contestar por escrito
haciendo una lista con cinco razones específicas por las que la contestación a
la pregunta que nos hemos hecho es positiva. Éstas nos van a servir para
recordar las estrategias que necesitamos emplear para tener éxito en la tarea a
acometer, facilitando argumentos más sólidos que la mera afirmación.
b).-
Monitorizar nuestro índice de positividad, para controlar
que se encuentra en un balance, como mínimo de 3 a 1 entre las emociones
positivas o negativas. Pink sugiere que podemos comenzar por conocer la
situación en la que nos encontramos realizando el test de la positividad que
podemos encontrar en la página web de Barbara Fredrickson (http://www.positivityratio.com/) y realizarlo con cierta periodicidad para
analizar su evolución.
Otra estrategia
consiste en ser más conscientes de nuestras emociones y para ello podemos tener
a mano las diez emociones positivas descritas por Fredrickson: alegría,
gratitud, serenidad, interés, esperanza, amor propio, diversión, inspiración,
asombro y amor y diariamente seleccionar una o dos y buscar formas para
desplegar esas emociones.
c).-
Modificar nuestro estilo explicativo. Martin Seligman ha
demostrado que la forma de expresión de
los sucesos negativos tiene un fuerte impacto en nuestro optimismo y a
la larga en nuestro desempeño. Si ocurre
algo malo podemos hacernos las siguientes preguntas y buscar una forma
inteligente de contrarrestar los aspectos negativos:
1.- ¿Es permanente?
Respuesta mala: “Si, he
perdido todas mis dotes de convicción”.
Respuesta más adecuada:
“No, hoy no era mi día, no había descansado bien”.
2.- ¿Es general?
Respuesta mala: “Si,
todos en este sector son imposibles de tratar”.
Respuesta más
adecuada:” No, es este individuo el que es impresentable”.
3.- ¿Es algo personal?
Mala respuesta: “Si, la
razón de que no le persuadiese es que mi presentación fue un desastre”.
Respuesta más acertada:
“No, mi presentación podría haber sido mejor, pero la verdadera razón de que no
le convenciese es que no está preparado para aceptar mi idea o producto en este
momento”.
En la medida en que
seamos capaces de explicarnos los efectos negativos como temporales,
específicos y externos a nosotros seremos capaces de perseverar en situaciones
adversas. Expertos en psicología positiva señalan que la clave se encuentra en
tratar de cuestionar cada explicación con la agudeza con la que un abogado
pregunta a un testigo buscando agujeros en su historia y las contradiciones
internas, así como en desdramatizar las consecuencias, encontrando razones por
las que la situación puede no ser tan mala como en un primer momento parece.
d).-
Utilizar la estrategia de enumerar y aceptar. Una forma de
mantenernos optimistas, según Pink, consiste en tener una visión realistas de
cuáles son las circunstancias que realmente pueden hundirnos para saber cómo
actuar si se presentan. Para ello propone la estrategia de contar los rechazos
y posteriormente celebrarlo, que tiene dos fases:
1.- Enumerar. Consiste
en contar los rechazos que recibimos en
una semana. Al final de la misma nos podemos asombrar del número elevado de
negativas que hemos recibido, pero al mismo tiempo nos sorprenderá más aún que
a pesar de ellas hemos sobrevivido, lo que nos puede ayudar a afrontar con más
optimismo la semana siguiente.
2.- Aceptar, aprender y perseverar.
e).-
Ser negativos de vez en cuando. La negatividad y las emociones negativas, también son cruciales
para nuestra supervivencia, ya que evitan que comportamientos improductivos se
conviertan en hábitos, nos dan información útil sobre nuestros esfuerzos y nos alertan
cuando vamos por el mal camino. Nos permiten mantenernos en contacto con algunos
aspectos de la realidad. Debemos permitirnos algunos momentos de enfado,
disgusto, hostilidad y resentimiento, siempre que sirvan a un propósito
productivo (por ejemplo enfadarnos con nosotros mismos por algo que hemos hecho
incorrectamente para buscar formas de evitar que se repita en el futuro).
No hay que olvidar que
lo que Julie Norem llama "pesimismo defensivo" que consiste en
pensar en escenarios negativos y prepararnos mentalmente para lo peor, puede
servir para mitigar la ansiedad y para que al hacernos preguntas del tipo:
"¿Qué puede pasar si todo sale mal?", "¿Qué pasará si lo que
parece imposible ocurre?", "¿Qué puede pasar si esta es la peor
decisión que he tomado en mi vida?", podamos encontrar respuestas que no
esperábamos y que nos pueden ser de utilidad para serenarnos y animarnos.
f).-
Enviarnos una carta de rechazo. Imaginar que vamos a
realizar una entrevista para un nuevo trabajo o estamos planteando un proyecto
nuevo, por ejemplo. Dedicar una hora a escribirnos una carta, como si fuésemos
la persona a la que queremos convencer, explicándonos los motivos por los que
su contestación de agradecimiento por su
interés pero rechazando sus intenciones. En esta carta incluir la lista de
razones por las que no aceptan nuestras propuestas. Al leer la carta,
posteriormente, podremos descubrir debilidades en nosotros de las que no somos conscientes
y esta información nos puede servir para corregirlas.
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