Los directivos de Google querían conocer cuál era el secreto para construir equipos más productivos. Para ello encargaron a un grupo de sus expertos, entre los mejores estadísticos, psicólogos organizacionales, sociólogos e ingenieros de la empresa, que acometiesen el “Proyecto Aristóteles”. Desde 2012 se entrevistó a cientos de sus profesionales y se analizó los datos y atributos de las personas que componían más de 100 equipos en la empresa. Los investigadores buscaban encontrar la fórmula mágica: cuál sería la mezcla perfecta de características y habilidades de los individuos para conseguir un equipo estelar.
Los altos ejecutivos de
Google, durante mucho tiempo, pensaban que construir los mejores equipos
implicaba combinar los mejores profesionales. Creían también, por ejemplo que
era mejor juntar a los introvertidos o que los equipos funcionaban mejor si
todos sus integrantes eran amigos. Para comprobar si estas creencias eran
ciertas el equipo del Proyecto Aristóteles comenzó por revisar los estudios
publicados en los últimos cincuenta años
sobre el funcionamiento de los equipos. Basándose en estos trabajos los investigadores
analizaron la composición de los equipos dentro de Google. Entre los aspectos
estudiados tenemos: la frecuencia en que los miembros del equipo socializaban
fuera del trabajo, si tenían los mismos hobbies, si sus expedientes académicos
eran similares, si era mejor que todos los componentes del equipo fuesen
extrovertidos o introvertidos, por qué los equipos e mantenían cohesionados y
si el equilibrio de géneros influía en el éxito de los equipos. También
recogieron en gráficos qué equipos tenían miembros que estaban en más de un
equipo y cuáles habían sobrepasado las metas de sus departamentos.
Encontraron que
independientemente de la forma en que se combinasen los datos era imposible
conseguir patrones o alguna evidencia de que la composición de los equipos
marcase alguna diferencia. El quién, en
relación con la personalidad, antecedentes personales o habilidades parecía que
no tenía ninguna importancia. Por ejemplo algunos de los equipos más efectivos
estaban compuestos por amigos que socializaban fuera del trabajo, otros por
profesionales que no se veían fuera del ámbito laboral, algunos tenían
directivos más autoritarios, otros preferían estructuras menos jerárquicas.
En su búsqueda para
averiguar los factores que hacen que un
equipo tenga éxito los expertos se encontraban, constantemente, con
investigaciones de psicólogos y sociólogos que se centraban en lo que se conoce
como “normas grupales”. Las normas son tradiciones, estándares de
comportamiento y reglas no escritas que gobiernan la forma en que actuamos
cuando nos juntamos con otras personas. Por ejemplo, un equipo puede llegar al
consenso de que evitar los desacuerdos es mejor que debatir, otro, por el
contrario, puede desarrollar una cultura que fomente las argumentaciones entre
sus miembro y desprecie el pensamiento grupal. Las normas pueden ser tácitas o
reconocidas abiertamente, pero su influencia, con frecuencia, es profunda. Los
miembros de un equipo pueden comportarse de determinada manera a nivel
individual, pero cuando se reúnen, normalmente las normas del grupo se anteponen
a las proclividades individuales y estimulan la deferencia con el equipo.
Los investigadores del
proyecto comenzaron a buscar entre los datos recolectados para tratar de
encontrar normas. Analizaron, por ejemplo,
cuando los miembros de un equipo describían un comportamiento particular
como una “regla no escrita” o cuando explicaban que ciertas cosas formaban
parte de la cultura del equipo.
Después de estudiar a
los más de 100 equipos los investigadores del proyecto llegaron a la conclusión
de que conocer, entender e influir sobre las normas de los grupos era la clave
para mejorar el funcionamiento de los equipos en Google. Comenzaron a buscar
cuáles de esas normas tenían mayor importancia. La investigación había
identificado docenas de comportamientos que parecían influyentes, pero en
ocasiones las normas de un grupo efectivo contrastaban en exceso con las de
otro equipo igualmente exitoso. Los datos no ofrecían veredictos claros, por el
contrario en ocasiones apuntaban a direcciones opuestas.
Como resultado final
llegaron a la conclusión de que quién formaba parte del equipo importaba menos
que la forma en que los miembros del equipo interactuaban entre ellos,
estructuraban su trabajo e interpretaban sus contribuciones. Los investigadores
descubrieron que existían cinco dinámicas clave que diferenciaban, en
Google, a los equipos que tenían éxito
del resto de grupos. Éstas eran:
I.-
SEGURIDAD PSICOLÓGICA:
¿Pueden los miembros
del equipo asumir riesgos en su equipo sin sentirse inseguros o avergonzados?
II.-
CONFIANZA:
¿Pueden contar unos con
otros los miembros del equipo para
realizar un trabajo de alta calidad a tiempo?
III.-
ESTRUCTURA Y CLARIDAD:
¿Están las metas, roles
y planes de ejecución del equipo claros?
IV.-
SIGNIFICADO DEL TRABAJO:
¿Trabaja cada uno de los miembros del equipo en algo
que es importante a nivel individual para ellos?
V.-
IMPACTO DEL TRABAJO:
¿Creen los miembros del
equipo que el trabajo que realizan importa realmente?
La seguridad
psicológica fue, con diferencia, la más
importante de las cinco dinámicas que identificaron y es la base de las demás. Amy Edmonson, profesora en Harvard Business School la define como:“ la creencia
compartida por los miembros de un equipo de que el equipo les ofrece seguridad
a nivel interpersonal para poder asumir riesgos. Es tener la confianza de que
el equipo no va a avergonzarte, despreciarte o castigarte por hablar. Consigue
un clima en el equipo caracterizado por la confianza interpersonal y el respeto
mutuo y en el que sus integrantes están cómodos siendo como son.
El problema es que establecer la seguridad psicológica, es por su misma naturaleza complicado de implantar. Se puede decir a los profesionales que deben turnarse para hablar y que escuchen mejor a los compañeros. Se les puede instruir para que sepan cómo ser más sensibles en relación con los sentimientos de sus colegas y a detectar cuando alguien está molesto o preocupado. Pero, en el caso de Google, ocurría que el tipo de personas que trabajan en la empresa con frecuencia eran ingenieros de software que no estaban acostumbrados a hablar de sus sentimientos. A finales de 2014 los expertos empezaron a compartir sus hallazgos con grupos seleccionados de entre los 51.000 profesionales de Google para ver si surgían ideas de cómo podían facilitar su implantación.
En una de las
presentaciones uno de los mandos intermedios, responsable recientemente de un
nuevo equipo, expuso su experiencia al participar en la encuesta para detectar la situación de su
equipo y comprobar que existían debilidades y descontento en el mismo que él no
había sabido captar. Tras analizar los datos decidió reunir a su equipo para
discutir los resultados obtenidos. Comenzó solicitando que cada profesional
compartiese algo de índole personal con los demás y él iba a ser el primero en
hacerlo. Contó que padecía un cáncer desde hacia tiempo y que recientemente se
había extendido. Tras su intervención el resto de miembros empezó a relatar
experiencias personales y finalmente estuvieron dispuestos a analizar los
resultados de la encuesta de forma sincera. Llegaron al acuerdo de adoptar
nuevas normas.
En el Proyecto
Aristóteles no se hacía mención, en ningún lugar, que
fuese fundamental para lograr que los miembros de los equipos estuviesen
dispuestos a discutir las normas de su equipo el que éstos se abriesen y
hablasen de sus problemas, pero para el responsable del mismo la seguridad
psicológica estaba relacionada con las conversaciones emocionales. Los comportamientos que crean la seguridad
psicológica, como las conversaciones por turnos y la empatía, son parte de las
reglas no escritas a las que con frecuencia recurrimos cuando queremos
establecer algún tipo de unión con los demás y no podemos olvidar que estos
lazos humanos tienen una gran importancia en el ambiente laboral.
Este proyecto es un
recordatorio de que cuando las organizaciones tratan de optimizar todo es fácil
que, con frecuencia, olviden que el éxito se construye muchas veces con
experiencias, tales como interacciones emocionales y conversaciones o
discusiones complicadas sobre quién
queremos ser y sobre cómo nos hacen sentir nuestros compañeros, que realmente
no pueden ser optimizadas.
Como conclusión lo que
el proyecto Aristóteles ha enseñado a los profesionales que trabajan en Google
es que nadie quiere dejar parte de su personalidad en su casa y poner la “cara
del trabajo” cuando llegan a éste; pero que para estar completamente presente
en el trabajo sentirse psicológicamente seguro es fundamental, tenemos que
sentir que si es necesario somos libres para compartir aquello que nos
atemoriza sin miedo a las recriminaciones, que podemos hablar de cualquier tema
aunque sea conflictivo, que la eficiencia no es lo único importante, que el
trabajo es algo más que trabajar sin parar.
Muy buen enlace que a veces nos olvidamos. Gracias
ResponderEliminarEs ese el camino, aveces la experiencia juega mal.
ResponderEliminarExcelente! La seguridad emocional es la madre de la confianza y la conversacion sincera y permite desarrollar la inteligencia colectiva.
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