Rebecca Knight, en hbr.org del pasado 5 de junio, plantea que como directivos nos
gustaría poder prestar más atención a cada uno de los miembros de nuestro
equipo, pero que en ocasiones alguno de ellos parece que necesita que le
dediquemos un tiempo excesivo. Puede ser que repetidamente nos pidan que
revisemos su trabajo, que les demos feedback constante o que aparezcan en
nuestro despacho regularmente para charlar con nosotros. En estos casos de
dependencia debemos ser capaces de equilibrar la respuesta que damos al profesional
con la necesidad de seguir adelante y realizar el resto de nuestro trabajo, al
tiempo que evitamos sentirnos impacientes, frustrados o hasta culpables por
hacerlo.
Linda Hill, profesora en Harvard Business School y autora de “Being the boss: the 3 imperatives for becoming a great leader”, recomienda buscar las causas raíz de
esos comportamientos dependientes.
Knight
propone una serie de estrategias para manejar estas situaciones:
1.-
Reflexionar sobre el origen de la dependencia. Puede ser el haber tenido que
trabajar con un “micromanager” anteriormente por lo que siente que tiene que
dar cuenta de todos sus actos o inseguridad o falta de confianza. También
debemos analizar las circunstancias que se viven en la organización como
despidos o falta de promoción y si podemos estar, con nuestra conducta, por un
excesivo control o por falta de dirección o feedback. Nuestro objetivo
principal debe ser averiguar el problema desde una perspectiva de empatía y
comprensión.
2.-
Hablar con el profesional y comentarle lo que observamos en su comportamiento
de forma amable y considerada. Por ejemplo, Amy Jen Su, coautora de “Own the Room: Discover Your Signature Voice to
Master Your Leadership Presence”, recomienda decir: “Has venido
a verme con frecuencia en los últimos días, pero estas reuniones informales no
suponen un uso eficiente del tiempo para
ninguno de los dos. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Cómo te puedo ayudar mejor? Otro
enfoque es que parezca que nosotros somos los responsables de la situación
diciendo, por ejemplo: “Me parece percibir que últimamente me estoy metiendo
mucho en tu trabajo y estoy preocupado por si me estoy convirtiendo en un
cuello de botella para ti. Creo que debes tener la autonomía que mereces. Eres
competente y no tienes por qué darme cuenta continuamente de tus actuaciones”.
3.-
Escuchar. Una vez que le hemos transmitido lo que pensamos escuchar
cuidadosamente su respuesta y para ello, por ejemplo debemos procurar, según
Jen Su:
a).-
Conectar. En ocasiones los profesionales se sienten abandonados y el intentar
hablar con nosotros sobre una tarea es solo una excusa para captar nuestra
atención por lo que es recomendable procurar contactar con el profesional con
una mayor regularidad.
b).-
Reconocer y reafirmar. Es importante, también, encontrar formas de facilitar
feedback positivo en nuestras reuniones regulares con el profesional.
c).-
Ofrecer nuestro apoyo. Si el profesional nos comenta que está luchando con una
tarea determinada debemos facilitarle las herramientas y recursos que necesite.
d).-
Establecer con ellos nuevas metas, enfatizando la importancia del trabajo
independiente como parte de los planes de desarrollo.
4.-
Abordar el problema de la falta de autoestima. Cuando la dependencia del
profesional deriva de la falta de confianza en sí mismo el problema se complica
ya que plantear la situación no es fácil pero es nuestra obligación como
directivos el decir a los profesionales cómo son percibidos, especialmente
cuando se trata de comportamientos que van a interferir con su capacidad de
crecer y progresar en la organización. Hill recomienda enfocar la conversación
desde la perspectiva del desarrollo profesional, ser sensible, no hacerla personal y ofrecer nuestra
colaboración para trabajar con él para ayudarle a adquirir una mayor
autoestima.
5.-
Marcar límites. Si el profesional sigue
aprovechándose de nuestra política de puertas abiertas deberemos
establecer unas barreras más claras.
6.-
Mantener una conversación con otro enfoque. Si a pesar de todo no conseguimos
remediar la situación puede ser que el problema sea más profundo de lo que
pensamos y que el profesional no esté a la altura del trabajo requerido y sea
incompetente y la conversación tiene que abordar su bajo desempeño y si existen
posibilidades de mejorarlo.
Principios para recordar:
Hacer:
1.- Reflexionar sobre la causa de la dependencia.
2.- Hablar con el profesional y buscar con él formas de solucionar el
problema y que les ayuden a ganar confianza en el trabajo.
3.- Establecer barreras saludables. No ayudamos a los miembros de nuestro
equipo si estamos disponibles siempre.
No hacer:
1.- Olvidar el hecho de que nuestro rol como directivos es crear un entorno
que estimule y motive a nuestros profesionales y para lo cual debemos prestar
nuestro apoyo.
2.- Descuidar conectar en un nivel humano con nuestro profesional
dependiente. Solo 5 minutos cada día, por ejemplo, puede marcar una gran
diferencia.
3.- Ignorar una situación que no se corrige. Si la dependencia tiene un
impacto en el desempeño del profesional puede ser una señal de que éste no está
a la altura del trabajo a realizar.
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