David Dubois, profesor asociado de marketing en INSEAD, en INSEAD Knowledge del pasado 8 de junio plantea que la sensación individual de poder deriva de acumular pequeños episodios de poder y no de una varita mágica.
Muchos
estudios sobre la psicología de la jerarquía han mostrado que estar en un
estado de elevado poder, esto es el sentimiento de que tenemos el control sobre
los recursos tales como tiempo o dinero, puede generar ventajas sociales
evidentes tales como un mayor optimismo, mejores habilidades persuasivas y
eventualmente conseguir un trabajo más satisfactorio.
Aunque algunos
factores, como la riqueza, juegan un papel en moldear los sentimientos de
poder, cada vez se encuentran más evidencias que sugieren que el poder es un
estado por lo que los cambios momentáneos en las situaciones sociales pueden
ayudar a construir sentimientos de poder. Esta perspectiva brinda la excitante
posibilidad de que las personas puedan fortalecer activamente sus “músculos del
poder” a través de una preparación activa. Por ejemplo, una herramienta
sencilla que podemos utilizar consiste en recordar un tiempo en el que la
sensación de poder estaba ligada a un mejor desempeño en las entrevistas de
trabajo, presentaciones o exámenes o al reconocimiento por un trabajo realizado
en el colegio. El solo hecho de rememorar un episodio pasado de poder se ha
comprobado que transforma significativamente nuestra forma de pensar, de sentir
y de comportarnos en situaciones sociales.
El autor menciona
que al observar las potenciales implicaciones de estas sencillas intervenciones
ha pasado a demostrar en su último
trabajo,”,Ease of retrieval moderates the effects of power: Implications for the replicability of power recall effects”, publicado en Social Cognition, con Joris Lammers, Derek Rucker y Adam Galinsky, que
un moderador importante del efecto de recordar un episodio de poder se
encuentra en la habilidad de las personas para recuperar esas memorias.
En una serie de experimentos en los que a los participantes se les asignaba
una posición más elevada o menor de poder y luego respondían a preguntas encontraron
que un sentimiento alto de poder hacia que éstos tuviesen una mayor confianza
en sí mismos y que defendiesen sus intereses y se aferrasen a los recursos
llegando a actuar con egoísmo y contra el bien general para mantener sus
ganancias. Por ejemplo una de las pruebas consistía en un escenario en el que
los caseros de los participantes les pedían que abandonasen sus viviendas lo
antes posible. Era un test de desobediencia para mostrar los patrones mentales
independientes. Los que se sentían poderosos se mostraban independientes y no
dudaban en oponerse al grupo. Muchos experimentos psicosociales han encontrado
que los individuos que sienten que tienen poder con mayor frecuencia suelen disentir del grupo y actuar
en situaciones en las que hacerlo o no va a tener los mismos resultados. En la
prueba anteriormente mencionada los participantes en el grupo con poder tendían
a desobedecer y a permanecer más tiempo en las casas.
El autor plantea como consecuencia de este estudio los siguientes hallazgos
principales:
1.- La facilidad de rememorar parece ser un factor moderador crítico cuando
el realizar el ejercicio de recordar un tiempo en el que nos sentimos poderosos
produce sensaciones de poder. Las dificultades de revivir esos momentos pueden
ser crónicas o situacionales, por ejemplo las personas con un estatus social
más bajo pueden sentir de forma crónica que su nivel de poder es bajo y
encontrar más complicado recobrar la memoria de una situación en la que
experimentaron poder. Puede estar ligado también a las situaciones como la
sensación de indefensión de los estudiantes antes de un examen.
2.- Si la habilidad de actuar con autoridad y poder reside, al menos en
parte, en su facilidad para recuperar episodios de poder es importante diseñar
o propiciar situaciones en las que estos sentimientos van a poder surgir en
todos los niveles para fomentar la iniciativa y preparar a futuros líderes. Por
tanto es importante facilitar el acceso de los profesionales a los sentimientos
de poder mediante el conocimiento, los recursos, la autonomía y el estatus, creando,
por ejemplo desde los departamentos de personas, experiencias de “mini-poder” a
lo largo de toda la organización, involucrando a sus miembros en proyectos y
actividades que les permitan sentir que controlan su destino y los recursos que
tienen a su disposición.
La tendencia natural en las organizaciones puede ser hacia establecer una
autoridad, mantener una jerarquía estricta y respetar los roles, pero esto
puede dañar a aquellos que carecen de poder. El poder tiene que ser un recurso
compartido, unas veces un profesional lo tiene y otras otro. Una concentración
del poder no siempre beneficia al equipo y puede originar que cuando mucho se
sienten indefensos se unan para conseguir el poder derrocando a los poderosos.
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