B.J. Fogg, fundador del
Laboratorio de Diseño del Comportamiento de la Universidad de Stanford, en su
libro "Tiny habits. The small changes that change everything”, plantea que crear
hábitos y generar cambios positivos puede ser sencillo si contamos con el
enfoque adecuado: un sistema basado en la forma en que la psicología humana
realmente funciona.
La cultura popular
sobre la formación de hábitos y de cambios se sustenta en nuestros impulsos de
establecer expectativas irreales. Somos conscientes de que los hábitos son
importantes y de que necesitamos tener más hábitos buenos y menos malos. Pero
lo que conseguimos normalmente es que seguimos luchando por cambiar y creyendo
que si no lo hacemos es enteramente culpa nuestra. Las investigaciones del
autor muestran que esta creencia es un error y que si queremos diseñar hábitos
positivos y cambiar nuestro comportamiento debemos hacer tres cosas:
1.- Dejar de juzgarnos.
2.- Analizar nuestras
aspiraciones y desmenuzarlas en comportamientos diminutos.
3.- Contemplar los
errores como descubrimientos y utilizarlos para avanzar.
Fogg propone utilizar
un sistema de diseño del comportamiento, testado con más de 40.000 personas
durante años de investigaciones, para que reflexionemos sobre el comportamiento
humano y para diseñar formas sencillas para cambiar nuestras vidas. Crear
hábitos positivos es la manera de empezar y, para ello, generar hábitos
positivos minúsculos es el camino para poder desarrollar otros mucho mayores.
Cuando un propósito es pequeño es más fácil de alcanzar y nos va a permitir
celebrar nuestros éxitos aunque no sean grandes y nos sentimos motivados para
hacer más.
El modelo que recomienda
el autor representa los tres elementos universales del comportamiento y sus
relaciones entre si. Está basado en los principios que nos muestran cómo estos
tres elementos trabajan juntos para dirigir cualquier acción. Se representa de
la siguiente forma:
B
= MAP
El comportamiento (B)
se produce cuando la motivación (M), la capacidad (A) y la inducción (P) convergen
en el mismo momento.
a).- La motivación
interpretada como nuestro deseo de realizar el comportamiento.
b).- La capacidad o
habilidad para realizar ese comportamiento.
c).- La incitación
referida a la necesidad o urgencia para realizar el comportamiento.
Los comportamientos son
como las bicicletas. Pueden parecer distintas pero sus mecanismos principales
son los mismos: ruedas, frenos, pedales. Pero aunque la base de los comportamientos sean iguales esto no quiere decir que éstos se sientan de la
misma forma, parezcan iguale so actúen de la misma forma. Además las sensaciones
que las personas tienen cuando se trata de comportamientos placenteros difieren
considerablemente de las que experimentan cuando se tienen que enfrentar a
comportamientos que suponen un reto. En un principio algunas personas ni
siquiera pueden ver cómo las dos categorías de comportamientos están
relacionadas, pero este concepto es importante para cualquiera que intente
cambiar un comportamiento.
Tanto la motivación
como la capacidad como la urgencia varían según las situaciones, así como por
otras variables como la cultura o la edad. Por tanto, lo primero que tenemos
que tener en cuenta es que no existe una única solución para cualquier desafío
relacionado con un comportamiento. Nuestro reto consiste en ajustar los tres
componentes: M, A y P y encontrar la combinación que, en nuestro caso, funciona
mejor en cada circunstancia para obtener el comportamiento que deseamos,
considerando que:
1.- Cuanto más
motivados nos sintamos para realizar un comportamiento es más fácil que lo realicemos. Cuando la
motivación es alta las personas no solo actúan cuando existe una necesidad
urgente sino que pueden hacer cosas difíciles, como puede hacer, por ejemplo una
persona normal al arriesgar su vida para evitar que atropellen a otra.
Cuando la motivación no
es muy alta las personas harán las cosas solo si son fáciles.
2.- Cuanto más
complicado resulta hacer un comportamiento menos lo haremos.
3.- La motivación y la
habilidad trabajan juntas como miembros de un equipo. Tenemos que tener la
capacidad y la motivación para que realicemos un comportamiento, pero ambas
pueden trabajar juntas como miembros de un equipo y si una es débil la otra
debe ser fuerte para compensar. Por tanto, el grado que tengamos de una
afectará al que necesitemos de la otra. Se compensan entre sí, como lo muestra
el hecho de que cuanto más motivados estemos más dispuestos estaremos a repetir
un comportamiento y éste será cada vez más sencillo de realizar y lo haremos
mejor.
4.- Ningún
comportamiento se produce sin algo que lo desencadene. La motivación y la
capacidad son variables continuas. Siempre tenemos un cierto nivel de ambas en
relación con un determinado comportamiento. Si un teléfono suena nuestra
motivación y capacidad para contestar a la llamada existen siempre, pero si no
escuchamos cuando suena no lo contestamos.
Podemos eliminar un
comportamiento no deseado suprimiendo el desencadenante. Por ejemplo si no
queremos comer determinadas cosas lo mejor es no tenerlas a la vista o no
tenerlas fácilmente a nuestra disposición. Para modificar comportamientos, por
tanto, debemos ver cómo podemos actuar en cada variable y si no podemos en una
de ellas centrarnos en el resto.
Con frecuencia queremos
realizar un comportamiento o deseamos que otro lo haga y no tenemos éxito. En
esas situaciones el autor recomienda seguir tres pasos en orden, teniendo en cuenta
que si no obtenemos resultados en uno de ellos podemos pasar a l siguiente. Éstos
son:
a).- Comprobar si
existe una urgencia o desencadenante para el comportamiento.
b).- Verificar si
tenemos o la persona tiene la habilidad para realizar el comportamiento.
c).- Comprobar si
estamos motivados o la persona se siente motivada para realizar ese
comportamiento.
Por ejemplo, si tenemos
problemas con algunos compañeros porque siempre llegan tarde a las reuniones
podemos comenzar por diseñar algo que les recuerde y les impulse a llegar a
tiempo. Si no funciona podemos preguntarles qué es lo que les impide ser
puntuales y ver si existen razones por las que no tienen la capacidad de
hacerlo, como una reunión previa de la que no se pueden escapar o un exceso de
trabajo. Si descartamos razones lógicas entonces nos encontraríamos ante un
problema de motivación y tendríamos que buscar formas para motivar la
puntualidad.
Con frecuencia
fracasamos porque nos centramos en la motivación primero sin considerar el
resto de los factores que pueden intervenir a la hora de realizar un
comportamiento.
Fogg recomienda el ejercicio siguiente para practicar su modelo
de comportamiento.
EJERCICIO:
BUSCAR FORMAS PARA INTERRUMPIR O ELIMINAR UN HÁBITO
Paso
1:
Poner por escrito tres hábitos que queremos dejar de hacer. Debemos ser
específicos y poner, por ejemplo, “dejar de comprar bebidas gaseosas para comer”,
en lugar de “dejar de beber bebidas gasesosas”.
Paso
2:
Para cada hábito pensar formas para eliminar o evitar el factor desencadenante.
Si no podemos pensar en ninguna pasar al siguiente paso.
Paso
3:
Para cada hábito pensar en formas que dificulten su ejecución.
Paso
4:
Para cada hábito pensar en formas para reducir la motivación.
Paso
5:
Para cada hábito seleccionar la mejor solución de los pasos 2, 3 y 4.
Final:
Poner la solución en práctica.
Yeah its more important for me to stop some habits that I have than start new ones. I like that this article addresses that instead of just focusing on gaining new habits.
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