Keith Ferrazzi en “Leading without authority. How
you don´t need to be in charge to inspire others and make change happen” , que
estamos comentando, plantea que independientemente del estatus que tengamos en
una organización, la forma de ser un lider es empezar a liderar y la forma de
comenzar pasa por aceptar que va a depender de nosotros.
El verdadero liderazgo no
consiste en decir a los demás lo que tienen que hacer, sino conseguir que se
sientan ilusionados y animados ante nuevas posibilidades que se les presenten. Los
mejores líderes tienen una mente abierta e invitan a los demás a que busquen
soluciones con ellos y se preocupan
realmente por el éxito de sus profesionales. Todo esto es verdaderamente necesario
para un buen liderazgo pero es absolutamente crucial si lideramos a otros sin
tener la autoridad formal para hacerlo.
Una competencia nueva
que es necesaria en el mundo actual es la capacidad de construir relaciones
enriquecedoras. Para ello debemos preguntar a los que nos rodean sobre sus responsabilidades e intereses
personales, reconociendo sus logros. Cheryl Bachelder en su libro “Dare to serve” recomienda que nos preguntemos si conocemos bien a nuestros compañeros y
los tres o cuatros eventos que han moldeado cómo son en la actualidad. Los
líderes que tienen estos conocimientos son capaces de comprender las
motivaciones y deseos de los miembros de su equipo lo que va a llevar a mejores
conversaciones y menos malentendidos.
Independientemente de
las barreras organizacionales de inseguridad y jerarquía las personas buscan
poder mantener relaciones de confianza en el trabajo. Están deseosas de que les
ayuden a resolver y sortear los problemas y de ayudar a su vez a los demás cuando
lo necesiten. Pero esto ocurre solo en el contexto de una relación construida
sobre la confianza y la preocupación e interés reales. Cuando las personas no
sienten esta conexión no se muestran dispuestas a colaborar y si no se sienten
seguras se van a cerrar y adoptar una actitud defensiva.
Estamos, actualmente,
ante un punto de inflexión, en el que si queremos tener éxito ante la necesidad
continua de transformar, innovar y reinventar, tenemos que salir de nuestros bunkers y llegar
a las personas que componen nuestros equipos. Y, cuando las encontremos tenemos
que trabajar juntos, conocernos, trabajar de forma colaborativa y ofrecer
feedback genuino entre todos.
Redefinir y ampliar
nuestras relaciones de esta forma comienza con el reconocimiento de que cada
uno tiene la responsabilidad de hacerlo y que no es la de nuestros jefes,
compañeros de equipo o los altos directivos de nuestra organización. Nosotros
generamos las reacciones de los demás con nuestra conducta. Este es el patrón
mental que tenemos que tener para pasar de la resignación, pasividad o
resentimiento a la determinación enérgica de construir un equipo en el que
todos se apoyen y puedan conseguir grandes resultados.
Aunque las situaciones
difíciles se presentan somos nosotros los que debemos superar los obstáculos
que se presenten en nuestro camino ya que somos nosotros los que elegimos cómo
vamos a reaccionar ante ellos.
Si nuestra meta es
actuar con integridad para ser un líder entre nuestros compañeros y en nuestra
organización debemos ser conscientes, por ejemplo, de que si no decimos lo que pensamos cuando
creemos que puede marcar la diferencia y ser útil estamos abdicando nuestra
responsabilidad o si hablamos de los demás a sus espaldas en lugar de hacerlo
directamente estamos ante una conducta poco profesional.
Tenemos el poder,
independientemente de cuál sea la situación y de quién nos esté frustrando,
pero si no intentamos transformar las relaciones más críticas para nosotros en
unas que sean enriquecedoras, estaremos eligiendo ser mediocres.
El autor plantea que
existen 6 excusas “mortales” que debemos
superar si deseamos liderar sin necesidad de tener la autoridad formal.
Éstas son:
EXCUSA
Nº 1 : IGNORANCIA
Ahora que somos
conscientes de las nuevas reglas de trabajo
y que liderar sin autoridad depende exclusivamente de nosotros la
ignorancia no puede ser una excusa para no actuar.
EXCUSA
Nº 2: INDOLENCIA Y PEREZA
En ocasiones no nos preocupamos de trabajar con los demás
buscando el enriquecimiento mutuo porque pensamos que supone demasiado esfuerzo.
La mayor parte de
nosotros nos sentimos satisfechos con relaciones basadas en la simple coexistencia
porque estamos muy ocupados. Las relaciones enriquecedoras demandan más tiempo
y que seamos proactivos, por lo que tenemos que reservar tiempo para ellas.
Puede significar que tengamos que delegar determinadas responsabilidades o que
tengamos que redefinir las prioridades de nuestra agenda. Si gestionamos un
equipo podemos ver qué cosas pueden hacer sus miembros para no hacerlas
nosotros, lo que puede suponer una oportunidad para ellos de crecer y de ir
asumiendo nuevas habilidades y oportunidades.
Si no sabemos qué cosas
dejar de hacer podemos pedir a los que nos rodean cuál es su opinión sobre qué
cosas no hacer y a cuáles deberíamos dedicar menos tiempo. De esta forma podríamos
contar con más tiempo para desarrollar relaciones enriquecedoras.
EXCUSA
Nº 3. DEFERENCIA, SUMISIÓN
En ocasiones no nos
atrevemos a dar el primer paso como deferencia hacia el organigrama. Por
ejemplo, si una tarea cruza una barrera y requiere la ayuda de compañeros de
otros departamentos o supone la defensa de una nueva iniciativa es frecuente
escuchar comentarios como: “No me pagan para esto” o “no me corresponde”.
Si nos encontramos ante
situaciones en las que mostramos tanto respeto hacia la cadena de mando que no
decimos lo que pensamos y escondemos la verdad no solo nos estaremos fallando a
nosotros mismos sino que estaremos perjudicando a nuestra organización. Estaremos
engañando a nuestros jefes y mostrando un comportamiento poco profesional y
poca integridad.
EXCUSA
Nº 4: VICTIMISMO
Una de las ventajas que
tiene el adoptar un patrón mental de liderar sin autoridad es que nos puede
curar de la enfermedad de vernos a nosotros como víctimas. De esta forma cuando
las personas o los hechos nos decepcionen no escaparemos, ni nos resignaremos
ni nos llenaremos de autocompasión sino que optaremos por la respuesta racional
y aceptaremos las desilusiones como realidades que hay que superar y asumir.
Las excusas victimistas
son una forma de justificar la falta de acción en situaciones que pueden ser
críticas y de evitar el duro trabajo de enfrentarnos a posibles conflictos o a
reconocer nuestra responsabilidad en el caso de determinadas relaciones que no
funcionan, Muchas personas nunca van a alcanzar sus aspiraciones más altas
porque culpan a las circunstancias o a otra persona.
Una vez que aceptamos
la idea de que depende de nosotros la excusa de que somos las víctimas se
evapora y nos sentimos libres de actuar, de construir relaciones enriquecedoras
y de liderar sin autoridad.
EXCUSA
Nº 5: COBARDÍA
Con frecuencia nos
asusta intentar crear relaciones satisfactorias por timidez, por miedo al
conflicto o a ser rechazados. Diversos estudios muestran que el dolor de un
rechazo es similar al dolor físico, pero si aprendemos lo que podemos ganar si
superamos esa situación poco agradable veremos que todo empieza a ser más
fácil.
EXCUSA
Nº 6: INDULGENCIA, COMPLACENCIA, TOLERANCIA
Esta excusa puede
presentarse de varias formas. Por ejemplo, atrapados en recuerdos dolorosos con
frecuencia somos reacios a abandonar nuestra ira, resentimiento o frustración.
Cuando una relación es tensa puede que
nos mostremos demasiado orgullosos como para ceder o para contemplar el
conflicto desde otra perspectiva. Pero si nos aferramos al resentimiento
estaremos comprometiendo nuestras posibilidades de éxito personal o
profesional.
El resentimiento es un
lastre para nuestra salud mental y productividad. Cuando lo toleramos en
nuestro trabajo cada vez estaremos peor y afectará nuestra carrera profesional negativamente
de formas que pueden ser imperceptibles para nosotros pero que van a suponer
oportunidades perdidas de crecimiento y desarrollo.
Depende de nosotros el
liberarnos de juicios complacientes, de historias que nos justifiquen y de la
necesidad de tener siempre la razón, así como que el otro debe ceder primero. Estos
sentimientos de resentimiento tienen un coste profesional, emocional y físico y
con ellos estamos cediendo nuestro poder.
Si queremos tener éxito
en un mundo donde la presión hacia el cambio constante, la innovación y la agilidad es enorme y en ascenso debemos
ser capaces de tomar la iniciativa. Dar el primer paso si pensamos que algo es
importante.
Como conclusión el autor ,en relación con
la segunda nueva regla de trabajo: la aceptación de que todo depende de
nosotros, manifiesta que.
A).- Regla antigua de trabajo: El
liderazgo es algo que nos concede la
organización ya que viene asociado al puesto de trabajo.
Nueva regla de trabajo: El liderazgo es
una responsabilidad de todos. Debemos colaborar en el liderazgo del equipo
independientemente de tu puesto o nivel de autoridad formal.
B).- Regla antigua de trabajo: Para
avanzar en nuestra carrera profesional debemos hacer lo que se espera de
nosotros de acuerdo con la descripción de nuestro puesto de trabajo.
Nueva regla de trabajo: Para avanzar en
nuestra carrera profesional debemos hacer lo que sea necesario para crear valor
para nuestro equipo y nuestra organización aunque no sea lo que se espera de
nosotros porque pueda ira más allá de las funciones asignadas al puesto.
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