Ayelet Fishbach en “Get it done. Surprising
lessons from the art of motivation”, que estamos comentando, plantea que los
dilemas en los que interviene el
autocontrol se pueden considerar entre los conflictos más importantes relacionados con las metas.
Implican tener que elegir entre lo que creemos debemos hacer y lo que, en
cambio, queremos hacer. Por ejemplo, necesitamos ir a trabajar pero nos
sentimos tentados a quedarnos en la cama un rato más. Ejercitar el autocontrol
resulta duro porque deseos momentáneos (como querer dormir más) pueden ser al
menos tan importantes como nuestras metas dominantes y pueden conducirnos en la
dirección opuesta a éstas.
Según Wilhem Hoffmann y
sus colaboradores sentimos algún tipo de deseo al menos la mitad del tiempo en
que estamos despiertos y aproximadamente la mitad de ellos entran en conflicto
con nuestras metas (no comer o beber, mantenernos despiertos, etc).
No todos los conflictos
complicados relacionados con las metas requieren autocontrol. Por ejemplo
escoger entre distintas carreras o decidir si nos casamos con nuestra pareja
pueden ser decisiones difíciles pero no necesitan que mostremos autocontrol. Una
decisión va a implicar autocontrol si podemos considerar claramente que una
opción es la correcta y otra como una tentación. Un problema no tiene relación
con el autocontrol cuando no está claro que una opción es una tentación.
Cuando el autocontrol
está implicado en nuestros conflictos relacionados con nuestras metas es
importante tener en cuenta el tipo de meta que estamos persiguiendo. Cuando
perseguimos una meta de acercamiento que
implica una acción el autocontrol nos ayuda a perseverar y a seguir adelante
cuando nos empujan hacia atrás. Por ejemplo podemos seguir trabajando cuando
nos sentimos tentados de abandonar. En el caso de metas de evitación ejercer el
autocontrol nos ayuda a renunciar a la tentación. Podemos, por ejemplo,
rechazar una copa de vino porque esta posibilidad tentadora no se alinea con
nuestras metas más importantes,
Como sociedad llevamos
mucho tiempo pensando en el autocontrol. Los dilemas relacionados con el mismo están
presentes regularmente en la mitología antigua. Por ejemplo aunque Adán y Eva
disponían de comida en abundancia en el paraíso cedieron a la tentación de comer
la única fruta prohibida o el mito de Ulises con las sirenas nos habla de otra
historia de autocontrol. Éste deseaba escuchar el canto de las sirenas sin que el
hacerlo le condujese a la muerte, por lo que taponó los oídos de sus marineros
con cera de abejas y él se ató al mástil de forma que no pudiese soltarse, con
lo que no tenía la opción de seguir a las sirenas. Con un poco de autocontrol
al principio eliminó la necesidad de autocontrol más tarde. A esta estrategia
de autocontrol se la conoce como de pre-compromiso.
En tiempos recientes el
autocontrol se ha asociado con logros académicos, ahorros económicos y con la
capacidad de mantener una relación. Denise de Ridder y sus colaboradores han
analizado los resultados de más de 100 estudios sobre el tema y han encontrado
que las personas que manifiestan tener un fuerte autocontrol también
manifiestan ser más felices y tener más amor en sus vidas. Por el contrario la
falta de autocontrol estaba asociada con bajo compromiso en las relaciones,
abuso de alcohol, comer compulsivamente y acciones criminales.
Estos estudios puede
parecer que defienden la idea de que algunas personas nacen con una voluntad de
hierro cuando la realidad es que todos nacemos con poca habilidad para controlarnos
a nosotros mismos, vamos desarrollando el autocontrol al ir creciendo. La tasa
de crecimiento del autocontrol tiene importancia. En un estudio longitudinalrealizado por Mathias Allemand, Veronika Job y Daniel Mroczek se examinó la
relación del desarrollo de autocontrol entre los 12 y 16 años y diversos
resultados en la vida de los participantes a los 35 años. Como parte del
estudio adolescentes alemanes valoraban su habilidad para ejercer autocontrol
una vez al año. Calificaban su acuerdo con afirmaciones como “Con frecuencia
empiezo a hacer cosas nuevas pero no logro terminarlas”, “Creo que tengo una
voluntad débil” o “Con frecuencia me rindo ante la primera señal de dificultad”.
Rechazar estas afirmaciones se consideraba un signo de alto autocontrol. 23
años después aquellos que desarrollaron la capacidad de autocontrol a un mayor
nivel ( mostrando un mayor autocontrol a
los 16 años que a los 12 años) manifestaban que tenían mejores relaciones personales
y estaban más comprometidos con su trabajo.
El autocontrol se
vuelve más fácil al ir creciendo, ya que las regiones del cerebro responsables
del autocontrol y las conexiones entre ellas necesitan años para madurar completamente,
lo que puede explicar por qué los adolescentes tienden a ser más impulsivos.
Hasta en el caso de los
adultos frecuentemente es muy difícil ejercer el autocontrol. Para lograrlo
tenemos que dominar dos pasos en el proceso
de autocontrol:
1.-
DETECTAR LAS TENTACIONES
Consiste en darnos
cuenta de que no debemos hacer algo aunque queramos hacerlo o que debemos hacer
algo aunque no queramos hacerlo. Detectar la tentación es importante porque la
mayoría no se manifiestan explícitamente y tienen un impacto insignificante si
caemos en ellas con moderación. Por ejemplo beber una cerveza no nos convierte
en alcohólicos. Con moderación pueden resultar comportamientos inocuos y aceptables. El problema surge con la
acumulación.
Algunos conflictos
relacionados con el autocontrol son aparentes inmediatamente. Por ejemplo si somos
alérgicos a los cacahuetes sabemos que las deliciosas galletas con cacahuetes
que acaba de traer nuestro compañero de trabajo nos van a sentar mal, por lo
que es fácil detectar que nos tenemos que mantener alejados de ellas. Pero si
hemos decidido no comer menos dulces esa bandeja de galletas no va a hacer que
levantemos la bandera roja y más que considerar a esas galletas como una
tentación podemos pensar que son una indulgencia o gratificación que solo se va
a producir en esa ocasión. Una sola galleta no va a tener mucha repercusión
sobre nuestro consumo de azúcar y si todos las están disfrutando también
podemos hacerlo nosotros.
Las violaciones éticas,
como el caso de los deportistas que consumen sustancias para aumentar su rendimiento,
también son difíciles de detectar. Muchas de nuestras violaciones éticas
cotidianas solo pueden ser identificadas como tentaciones cuando las contemplamos
a través de la óptica de dilemas éticos. Si por ejemplo hemos omitido
información importante sobre nuestro curriculum en una entrevista de trabajo (como
no mencionar determinados datos para no tener que explicar el tiempo que hemos
estado en el paro o las razones) o hemos pirateado software normalmente no
vamos a haber considerado a estas acciones como tentaciones, sino como acciones
normales ya que “todo el mundo lo hace”.
Para identificar un
conflicto de autocontrol se tienen que dar al menos una de estas dos situaciones
en relación al comportamiento a considerar:
a).-
El comportamiento está minando una meta más importante
La habilidad de las
decisiones que pensamos que tomamos una sola vez para encubrir el posible
impacto sobre nuestras metas es la razón, por ejemplo por la que muchos
fumadores prefieren comprar cajetillas de tabaco una a una en lugar de un cartón
con diez paquetes. Al ser el coste de una sola tentación nimio es fácil
descartar el daño. Para identificar la tentación deberíamos multiplicar
mentalmente el impacto de nuestras acciones antes de tomar una decisión. Por
ejemplo antes de llenar nuestra copa de vino podemos pensar en el impacto en la
salud que puede tener cada día que bebamos de más en el presente año.
También puede
resultarnos más sencillo detectar un dilema de autocontrol si tomamos una
decisión que va a afectar a múltiples ocasiones. Por ejemplo si decidimos con
antelación cuál va a ser nuestra comida durante un mes, probablemente
decidiremos seleccionar alimentos más sanos que si tomamos la decisión
diariamente antes de la comida.
Pero aunque esta forma
de pensar pueda ser positiva debemos estar atentos para no caer en determinadas
trampas, como el pretender utilizar las virtudes del mañana para justificar los
vicios de hoy. Caemos en esta trampa siempre que nos prometemos empezar a
ahorrar el mes próximo, a estudiar el lunes o comenzar nuestra dieta mañana.
En estos casos el riesgo es tratar de equilibrar las metas y las tentaciones en
la forma de “tentación hoy y metas mañana”. Mañana es siempre el futuro y no se
va a convertir en el hoy. Cuando nos preocupe caer en la tentación es mejor que
prioricemos las metas que buscar un compromiso entre metas y tentaciones.
Una forma de ayudar a
detectar momentos en los que los fallos en el autocontrol pueden convertirse en
nuestra perdición es pensar hacia el futuro. Dónde estaremos dentro de diez o
quince años por ejemplo y cómo habrá influido en él lo que estamos haciendo
ahora. Recordarnos el futuro deseado nos mostrará el efecto multiplicador de
las pequeñas tentaciones que no estamos evitando ahora.
b).-
El comportamiento está minando nuestra identidad
Las acciones que
conforman nuestra identidad son importantes para nosotros. Son aquellas que
describen quién somos e influyen en cómo nos vemos nosotros mismos y cómo nos
ven los demás. Por ejemplo asistir a un club de lectura mensualmente describe
mejor nuestra identidad como lector que comentar a un vecino el libro que
acabamos de leer o hacer un desayuno sano diariamente capta nuestra atención y
por lo tanto tiene importancia para nuestra identidad como “persona sana”.
En el caso de las
acciones que definen la identidad es relativamente fácil detectar situaciones
de conflicto de autocontrol. Cuando una elección determinada va a impactar en
la forma en la que nos definimos a nosotros mismos, prestamos atención para
apartarnos de las tentaciones.
2.-
LUCHAR CONTRA LAS TENTACIONES
Identificar un problema
de autocontrol es el primer paso, ya que una vez conocido es la hora de ejercer
el autocontrol.
Para ello se utilizan
estrategias de autocontrol que operan incrementando nuestra motivación para
adherirnos a la meta y para disminuir la motivación para ceder a la tentación. El
resultado de ejercitar el autocontrol es que dos fuerzas opuestas con similar
poder motivador en su inicio (una meta y una tentación) , se separan
reforzándose la motivación para adherirse a la meta, superando a la motivación
para caer en la tentación.
Cuando la tentación es
menor ejercemos menos autocontrol que cuando pensamos que nos va a costar mucho
resistirnos. Por ejemplo puede no preocuparnos mucho la tentación de beber muchas
mimosas en un brunch pero si preocuparnos
más de que nos sintamos tentados a beber mucho en una cena, por lo que
ejerceremos más autocontrol en esta última que en el brunch.
Por tanto es importante
que juzguemos correctamente la fortaleza de las tentaciones a las que estamos
sometidos. Si están bien calibradas estaremos preparados para luchar contra las
tentaciones.
La mayor parte de las
estrategias que podemos utilizar se pueden englobar en dos categorías
distintas:
a).-
Estrategias que modifican la situación
Entre ellas tenemos las
de precompromiso que implican eliminar la tentación antes de que podamos ser tentados,
como por ejemplo eliminar determinados alimentos de nuestra casa o contactos de
determinadas personas.
Otra estrategia
consiste en concedernos recompensas por resistir las tentaciones y castigos por
no hacerlo.
b).-
Estrategias que modifican cómo interpretamos la situación
Estas estrategias
cambian la forma en la que las personas enfocan mentalmente la situación, en
lugar de modificar la situación. Por ejemplo si anticipamos un conflicto de
autocontrol una forma de fortalecernos contra la tentación es recordarnos lo que hace a la
meta atractiva y qué es lo que hace que la tentación lo sea menos. Mentalmente potenciamos
la meta y devaluamos la tentación. Por ejemplo podemos recordarnos que hacer
gimnasia nos hará que nos sintamos bien o que los dulces que ha traído nuestro
compañero aunque parezca que tienen buen aspecto pueden ser muy artificiales.
Otra estrategia
consiste en distanciarnos mentalmente del dilema del autocontrol. Si, por
ejemplo, si nos sentimos tentados a pedir un plato de pasta en una cena con amigos
podemos preguntarnos lo que una persona consciente de su salud pediría. También
podemos pensar que otra persona es la que tiene el dilema y lo que la aconsejaríamos
en ese caso.
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