jueves, 26 de octubre de 2023

¿CÓMO LA INTELIGENCIA EMOCIONAL PUEDE HACER QUE SEAMOS MÁS RESILIENTES?

 


LaRae Quy en SmartBrief on Leadership del pasado 18 de octubre plantea que el estrés y el burnout no se pueden equiparar. El estrés es una reacción normal humana que nos pasa a todos en algún momento de nuestras vidas. El cuerpo humano está diseñado para experimentar estrés y reaccionar ante él y en dosis moderadas las respuestas de estrés sirven para que el cuerpo se amolde a las nuevas situaciones. Puede resultar positivo al mantenernos alerta , motivados y preparados para responder ante el peligro, pero puede convertirse en un problema cuando los factores estresores se mantienen sin periodos de relajación.

Aunque el estrés puede conducir al burnout, éste es distinto. El agotamiento es su primera señal, seguido por el deseo de distanciarnos del trabajo y por la percepción de un malestar general que con frecuencia parece depresión. Pero las investigaciones muestran que el burnout está relacionado con el trabajo, una distinción esencial de la depresión. Por ejemplo, el burnout puede implicar que la persona se está cuestionando el significado y el impacto de su trabajo, mientras la depresión puede dejar a la persona dudando de su relevancia.

Es posible lidiar con las largas horas de trabajo, el exceso de presión y la aparición de una crisis tras otra antes de que conduzcan a situaciones de burnout, siendo la clave la inteligencia emocional, ya que mientras es posible que no podamos controlar el entorno disfuncional en el que trabajamos, si podemos intentar controlar nuestra respuesta.

La inteligencia emocional es una habilidad crítica para ayudarnos a ser más resilientes y eficaces ante situaciones que puedan ocasionar estrés y burnout sin precedentes. Para ello debemos ser capaces de:

1.- Reconocer las señales

Reconocer lo que estamos sintiendo es fundamental en loso momentos en los que el burnout nos está rondando. Por ejemplo el cinismo es una forma en la nos protegemos. Suele desencadenarse normalmente cunado estamos enfadados y como la ira no es una emoción aceptable en la mayor parte de los entornos laborales dejamos que nos vaya infectando y se encone. Puede extenderse lentamente a otras áreas si nos volvemos cínicos con respecto a algo. Cuando reconozcamos que una actitud cínica se está infiltrando en nuestros pensamientos debemos ser resilientes y eliminarla.

Para identificar las señales debemos hacer un a revisión emocional en la que debemos ser cuidadosos para no ignorar ni suprimir nuestras emociones porque sean inconvenientes o embarazosas. Si nos mostramos resilientes podemos admitir sentimientos incómodos o poco profesionales reconociéndolos como lo que so y etiquetando la emoción por lo que es y no por  lo que queremos que sea. Las personas resilientes son lo suficientemente fuertes para ser honestas sobre sus sentimientos y no se muestran temerosas de profundizar para descubrir las raíces detrás de esas emociones.

2.- Gestionar las emociones

La forma en que contemplamos nuestra situación pone en marcha alarmas en nuestro cerebro. El sistema nerviosos está programado para liberar hormonas para prepararnos para la lucha o la huida. La inteligencia emocional y la reisliencia están muy unidas, ya que las personas con altos niveles de inteligencia emocional suelen ser más resilientes porque pueden abordar situaciones desafiantes y complicadas y construir robustos sistemas de apoyo. Algunas formas en que la inteligencia emocional puede ayudarnos a ser más resilientes son:

a).- Autoconocimiento: la inteligencia emocional nos puede ayudar a identificar nuestras emociones y a comprender cómo éstas afectan nuestros pensamientos y acciones. Nos ayudaría, pues, a reconocer cuándo nos sentimos sobrepasados o estresados y a actuar para gestionar estos sentimientos.

b).- Empatía: la inteligencia emocional nos puede ayudar a entender las emociones de los demás y a responder apoyándoles, lo que contribuye a establecer relaciones fuertes con otros, lo que constituye una parte integral de la resiliencia.

c).- Adaptación social: la inteligencia emocional nos puede ayudar a transitar por las situaciones sociales y a construir fuertes sistemas de apoyo, lo que nos ayudará a encontrar los recursos necesarios para afrontar situaciones complicadas.

d).- Resolución de problemas: la inteligencia emocional es un elemento crítico de la resistencia mental, que nos va a dar la claridad que necesitamos para que nuestras emociones no nos saboteen.

e).- Gestión del estrés: la inteligencia emocional nos ayuda  a reconocer cuándo nos sentimos agobiados y a dar los pasos para gestionar estos sentimientos, lo que contribuirá a que nos mantengamos serenos y centrados en situaciones complicadas.

Posteriormente debemos:

1.- Reevaluar nuestra perspectiva de la situación. Por ejemplo preguntándonos si interpretamos una situación como una amenaza a algo que valoramos o si la consideramos como un problema que resolver. Cambiando la perspectiva sobre si estamos experimentando estrés o eustrés puede tener un efecto revelador sobre nuestra capacidad de bajar nuestros niveles de estrés.

2.- Cambiar nuestro patrón mental y nuestro comportamiento y resultado. Lo que en un momento parece estrés puede convertirse en estrés positivo que nos permite pensar en él como un problema a resolver.

 

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