Manfred Kets De Vries en INSEAD Knowledge del pasado 6 de febrero plantea
que la monotonía puede encender nuestra creatividad, favorecer nuevas aventuras
y nuevos comienzos. Las personas que poseen todo son con frecuencia los que
caen en el aburrimiento con más facilidad. En un intento de romper con el
hastío se dedican a adquirir casa
lujosas, yates, aviones, colecciones de arte o viñedos, por ejemplo. Pero el
atractivos de estas distracciones es efímero y a pesar de la opulencia de lo
que les rodea se sienten insatisfechos. Su riqueza atrae a amigos superficiales
y atractivos, pero la sensación de vacío permanece.
Esta situación no es única y, aunque tradicionalmente se ha asociado a la
élite social el aburrimiento es un desafío que trasciende la riqueza. Es una
experiencia universal, una señal de que estamos limitando alcanzar nuestro
pleno potencial.
El aburrimiento nos invita a que actuemos y nos involucremos en nuevas
experiencias. Pero para aprovechar su potencial primero debemos entenderlo.
La forma en la que experimentamos y percibimos el aburrimiento está
moldeada por la sociedad y cultura en la que vivimos. Hace cientos de años
tareas que ahora no nos ocupan tiempo necesitaban un tiempo muy largo para
completarse. En la actualidad con los avances tecnológicos y una cultura de
inmediatez nuestro ámbito de atención está disminuyendo y nuestras mentes deben
trabajar más duramente para encontrar actividades que la mantengan ocupada.
El aburrimiento surge cuando nos desinteresamos de nuestras actividades
habituales o cuando no tenemos ganas de hacer algo. En este estado mental nos
encontramos en una zona entre la acción y la inacción, experimentando
sentimientos encontrados entre el deseo de hace lago y el de no hacer nada. Cuando
surge podemos encontrar dificultades para identificar nuestros deseos y para determinar
hacia dónde dirigir nuestra energía. En lugar de eso nos enfrentamos a una
situación de vacío, y nos sentimos impasibles, fatigados, nerviosos y agitados.
Esta combinación de agitación y letargo distingue al aburrimiento de
sentimientos como la apatía. Cuando estamos aburridos reconocemos que lo que
estamos haciendo ya no nos estimula y, con frecuencia, sentimos un deseo de
cambiar la situación presente y buscar alternativas. Por el contrario, la
apatía se caracteriza por la ausencia completa de deseo, por una falta de
motivación y el fracaso a la hora de buscar alternativas. Las personas que
experimentan aburrimiento crónico son aquellas que tienen un riesgo mayor de
drogadicción, alcoholismo, juego compulsivo, desórdenes alimenticios,
dificultades para controlar la ira y bajo desempeño escolar y laboral.
Puede convertirse en motivo de preocupación si va acompañado de
manifestaciones de comportamiento tales como energía reducida, pérdida de peso
no deseada o problemas del sueño. Estos patrones pueden ser interpretados como
intentos de afrontar un estado mental abatido, indicando una ausencia de
recursos internos para el autocuidado. Puede implicar, también, problemas
mentales más severos.
Por el contrario el aburrimiento episódico sirve para animarnos a la
acción. Experimentar este sentimiento puede ayudarnos a darnos cuenta de que lo
que estamos hacienda no nos da la suficiente satisfacción y servir como
precursor de un periodo de creatividad e imaginación. De hecho muchas de las
ideas más creativas surgen tras una fase de aburrimiento. El desafío está en
utilizar el aburrimiento como una ventaja para nosotros.
El autor recomienda para librarnos de este estado:
1.-
Profundizar para averiguar qué es lo que nos revigoriza y estimula
Entender qué está pasando es el primer paso para superarlo. Reformular
los sentimientos de aburrimiento como una oportunidad de explorar nuestra vida
interior. En lugar de depender de estímulos externos y soluciones superficiales
para suavizar nuestros sentimientos de aburrimiento, explorar nuestros recursos
internos para averiguar qué es lo que nos hacer sentirnos más vivos.
Muchas personas aburridas no se conocen bien y no se han embarcado en un
viaje de autoexploración, posiblemente ante el temor de lo que puedan
descubrir. Como resultado prefieren optar por distracciones externas.
Pero es posible aprovechar este estado mental para ser más reflexivos y conscientes
de las cosas en nuestras vidas que necesitan les prestemos nuestra atención. El
aburrimiento puede actuar como un catalizador para ayudarnos a discernir lo que
nos da energía y propósito.
Para comprender totalmente la causa de nuestro aburrimiento debemos
monitorizar con exactitud nuestros estados de ánimo. Ser conscientes de
nuestras fluctuaciones emocionales puede revelar patrones interesantes. Puede
ayudarnos a entender quiénes somos realmente, que estimula nuestras mentes y qué
nos mantiene ocupados. Una mente reflexiva sirve como un antídoto eficaz contra
el aburrimiento.
2.- Redescubrir
un sentimiento de pertenencia y plenitud
En nuestra búsqueda de una fuente renovada de motivación podemos
encontrar que hemos estado abandonando dos factores importantes de significado: el sentimiento de
pertenencia y el de trascendencia. Los sentimientos de soledad con frecuencia
subyacen en el aburrimiento. Una carencia de relaciones íntimas debe ser un
estímulo para procurar mejorar nuestros lazos sociales al reconectar con amigos
o familiares o a buscar nuevas interacciones con otras personas.
Más aún estar aburrido nos dice que debemos encontrar nuevas formas de
rejuvenecer nuestros sentidos introduciendo nuevas actividades en nuestras
vidas profesionales y personales.
Otro remedio contra el aburrimiento consiste en implicarnos en
actividades que nos trasciendan, que van más allá se nuestros estrechos
intereses personales pero que pueden ser muy enriquecedoras como las
humanitarias o comunitarias.
Cuando el aburrimiento impacta significativamente en nuestra calidad de
vida y experimentamos sentimientos de indefensión, desesperanza, tristeza,
irritabilidad y evitación de relaciones personales y de culpabilidad es
recomendable buscar ayuda externa. Un psicoterapeuta, coach o cualquier otro
profesional experto pueden ser de gran ayuda para que entendamos nuestro estado
de ánimo, así como para redescubrir nuestro propósito y pasión por la vida.
El aburrimiento no debe ser solo percibido como un fenómeno negativo,
sino como una señal de alarma de que nuestra forma actual de vida no nos llena
en plenitud. Es una llamada para buscar un nuevo camino y un nuevo comienzo.
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