Marcia Reynolds en “Coach the person not the problem. A
guide to using reflective inquiry”, que estamos comentando, plantea que cuando
se trata de influir para cambiar un comportamiento tenemos que activar la parte
creativa de la mente en lugar de los mecanismos analíticos y de supervivencia.
No comenzaremos por decir a la persona que es lo que hizo mal sino pidiendo que
revise una situación que no funcionó
para que identifique lo que pasó y normalmente ésta va a saber lo que fue mal.
Las personas tendemos a
ser nuestros críticos más duros. El cerebro medio es el que alberga la memoria
a largo plazo. Recurrir a los conocimientos ya existentes de la persona para
diseñar una estrategia para avanzar despierta un sentido positivo tanto de
responsabilidad como de coraje. Si las conversaciones de mejora comenzasen con
un enfoque de coaching en lugar de con feedback activarían la creatividad en
lugar de provocar una actitud defensiva.
Los pensamientos creativos surgen cuando las personas extraen y conectan información almacenada en una forma nueva para responder ante una pregunta provocativa. Cuando sus pensamientos, creencias y reacciones emocionales son sometidas a reflexión la persona se siente motivada para examinar su pensamiento. Cuando su razonamiento y justificaciones comienzan a desenmarañarse la mente rápidamente reordena distintas informaciones para que tengan más sentido y la percepción varía obteniendo una nueva conciencia de sí misma y del mundo que le rodea. Utilizar preguntas y argumentos reflexivos que inviten a que la personas examine lo que está pensando fomenta los avances creativos y estamos agrietando las barreras del ego que protegen el cómo se ven a sí mismas y lo que creen debe pasar en el mundo que les rodea. Si el coach les ayuda a fortalecer esta nueva consciencia preguntándoles que es lo que están viendo o aprendiendo ahora estaremos consolidando el cambio.
Cuando alguien en quien
confiamos cuestiona nuestro razonamiento y nos plantea una pregunta que
atraviesa nuestras barreras protectoras nuestra mente se ve obligada a
reorganizar los datos en nuestra memoria a largo plazo. En este momento, a pesar
de la incomodidad, nuestra mente se encuentra más abierta al aprendizaje y se
puede formar una nueva y más amplia perspectiva. Es posible que, entonces,
experimentemos una serie de emociones que pueden ir desde la tristeza al enfado
por no haber visto la realidad antes. Nos podemos sentir vulnerables,
avergonzados y hasta asustados.
Reynolds recomienda que
antes de iniciar sesiones de coaching confirmemos que:
a).- La persona está
dispuesta y lo desea. Podemos preguntar: “¿Qué es lo que querrías de mí ahora
mismo?” Es posible que lo único que quieran es ser escuchados, especialmente si
están indignados ante una situación o están lamentando una pérdida.
Aunque manifiesten su disposición
debemos asegurarnos que somos la persona adecuada y que van a aceptar
cuestionar sus propios pensamientos y motivaciones y no buscan exclusivamente,
una afirmación de sus puntos de vista.
b).- Es el procedimiento
adecuado. En ocasiones a las personas les falta experiencia o conocimientos
para formular una nueva perspectiva y en estos caso es difícil lograr algo a
través de coaching.
El coach debe ser cauto
ya que este déficit es real. Cuando la persona diga que no tiene ni idea de qué
puede hacer tiene que preguntar si realmente no tienen ni idea o se está
cuestionando una solución que tiene en mente, pero puede ser que tengan miedo
de utilizarla.
Las sesiones de
coaching son más útiles cuando el coachee tiene algunos conocimientos y
habilidades a las que recurrir pero no está seguro de sus opciones, de lo que
es mejor hacer primero o de las razones de su incertidumbre. Si tiene una
decisión que tomar pero está confuso se beneficiará de las mismas.
La autora recomienda no
actuar como coach si no podemos hacer lo siguiente:
1.- No forzar la
conversación en una dirección.
2.- Confiar en la habilidad del coachee para
encontrar el camino a seguir. Si dudamos de su capacidad será mejor que
actuemos como mentores, si no lo hacemos nuestra impaciencia influirá en
nuestra conversación aunque estemos entrenados para poner “cara de poker”.
3.- Sentirnos esperanzados,
curiosos y verdaderamente preocupados por nuestro coachee. Si estamos enfadados
o nos sentimos desilusionados con él éste reaccionará a nuestras emociones más
que a nuestras palabras.
No todas las
conversaciones tienen que ser sesiones de coaching, debemos detectar qué es lo
que las personas necesitan y luego escoger qué hacer.
Las oportunidades para
ejercer como coach con frecuencia surgen en los siguientes escenarios, tanto en
circunstancias personales como laborales:
a).- Explorando formas
de mejorar comunicaciones.
b).- Enfrentándonos a
temores de conflictos o reacciones emocionales en nosotros mismos y los demás.
c).- Buscando
soluciones para tratar con personas y situaciones complicadas.
d).- Fortaleciendo
relaciones en el ámbito personal y laboral.
e).- Articulando deseos
y visiones personales y profesionales.
f).- Gestionando el
estrés y el bienestar para maximizar la energía.
g).- Revisando y atravesando
situaciones complicadas.
h).- Experimentando
mayor plenitud y satisfacción.
i).- Liderando a través
de cambios en la organización.
j).- Inspirando un
mejor desempeño en el equipo.
k).- Alineando equipos
de liderazgo.
l).- Modificando la cultura corporativa.
m).- Incrementando el
compromiso de los profesionales.
n).- Identificando
acciones y rutas de desarrollo, como preparación y para tener éxito en nuevos
roles.
En el trabajo también
podemos utilizarlo para conectar mejor con los demás. Una encuesta publicada en
Harvard Business Review mostraba que los jóvenes profesionales triunfadores con
frecuencia se encuentran insatisfechos por la falta de coaching y mentoring que
reciben. Una buen forma de comprometer y enganchar a las personas es demostrar
curiosidad por lo que quieren para su futuro o preguntarles qué es lo que
quieren y necesitan ahora para vencer los retos a los que se enfrentan y
escuchar atentamente sus respuestas ya que desean conversaciones que expandan
sus mentes así como sus habilidades.
Para que una sesión de
coaching tenga éxito el coachee debe conocer qué es lo que va a pasar durante
su desarrollo. Las conversaciones sobre el proceso de coaching suelen producirse
generalmente al inicio de la relación. El coachee debe, también, saber que
experimentarán mejores resultados si hacen lo siguiente:
1.- Responder a las
preguntas aunque se sienta incómodo.
2.- Ser un participante
activo y no un curioso y pasivo testigo.
3.- Mostrarse honesto,
abierto y deseoso de explorar aquello que no está claro o bien conocido sobre sí
mismo, los demás o las situaciones.
4.- Cumplir los compromisos
de acción entre las sesiones y acudir a las mismas salvo que surja una
emergencia inesperada..
5.- Reservar y dedicar
tiempo para pensar en las conversaciones de coaching después de cada sesión e
inmediatamente antes de la siguiente.
La autora plantea que
existen una serie de creencias sobre coaching que es importante considerar.
Entre ellas destaca:
A).- Se necesita mucho
tiempo para ser un buen coach. Modificar los hábitos de pensamiento lleva su
tiempo y tanto los coaches nuevos como
los experimentados quieren sentirse útiles por lo que es fácil que corran a
encontrar soluciones antes de explorar el contexto y los bloqueos. Eliminar
esta tendencia requiere paciencia y práctica. Debe comenzar y luego con la
práctica, un buen mentor y el aprendizaje continuo el coach descubre el poder
de hacer bien su trabajo.
Pero hay que tener en
cuenta que hasta los coaches noveles pueden ofrecer un buen servicio si la
conversación está libre de juicios y el coachee se siente seguro. No existe el
coach perfecto. Lo que hace que esta metodología sea útil es la relación que se
establece entre el coach y el coachee. Si éste se siente seguro el coach puede
crear las condiciones para que se produzca el aprendizaje.
B).- Las preguntas son
necesarias para avanzar o para crear una nueva consciencia. Una buena pregunta
puede modificar el equilibrio de las personas de forma que éstas se cuestionen
la validez o el absurdo de sus pensamientos y creencias. En lugar de pensar en
un problema examinan el pensamiento que ha convertido el hecho en un problema y
en lugar de rápidamente considerar opciones y acciones se detienen para
reflexionar sobre sus creencias y percepciones de manera que pueden cambiar su
visión de qué acciones tomar.
El proceso de coaching es
un proceso de indagación, no una serie de preguntas. La intención de la
indagación es provocar el pensamiento crítico para discernir las lagunas en la lógica, evaluar el valor de las creencias y aclarar nuestros
miedos, dudas y deseos que están afectando nuestro comportamiento y
perspectiva. Si solo se utilizan preguntas el proceso puede sentirse como un
interrogatorio dañando la confianza y la buena relación.
C).- El coach debe
hacer solo preguntas abiertas. La utilización de preguntas cerradas en el
inicio de una relación de coaching puede resultar mortal para la misma. Si el
coachee no confía todavía en el coach estas preguntas hacen que mantenga sus defensas
y no observarán sus pensamientos, ni revelarán emociones salvo la irritación
que pueden sentir ante su coach. Las abiertas, tipo qué, dónde, cuándo o cómo,
en cambio, obtendrán más de un monosílabo por respuesta e incitan una mirada
más profunda hacia lo que está determinando un comportamiento o inacción.
Cuando el coach
mantiene una fuerte relación con el coachee las preguntas cerradas pueden ser
tan provocativas como las abiertas. También pueden ser usadas para probar la
validez de una afirmación reflexiva. Por ejemplo, cuando sintetizamos lo que se
escucha y expresa , percibimos cambios en las emociones o identificamos
creencias subyacentes podemos preguntar si el coachee está de acuerdo con el resumen.
Normalmente éste responderá facilitando más información no con una sola
palabra.
D).- Las declaraciones
que reflejan los pensamientos pueden ser consideradas como muy polémicas y
agresivas. Si no se ofrecen con cuidado los coachees pueden pensar que el coach
busca la confrontación ya que si consideran que la intención del coach es
buscar fallos en su pensamiento se sentirán manipulados y se cerrarán. Pero no
hay que olvidar que responder de forma abrupta a las ideas o juzgarlas no es lo
mismo que utilizar técnicas que reflejen los pensamientos del coachee y si,
activamente, el coach repite las palabras y emociones expresadas por el coachee
sin ninguna pretensión de tener la razón o de provocar una respuesta específica
no está actuando de forma muy directiva y aunque se sienta incómodo el coachee
puede reconocer cómo sus pensamientos y comportamientos le están limitando.
E).- El resultado de
las sesiones de coaching debe ser claro u ofrecer una visión de un futuro
deseado. Si esto no ocurre la conversación se moverá en círculos sin un
objetivo concreto. Es importante no perder de vista la idea de que éste no debe
ser estático y puede ir evolucionando al progresar el proceso, ya que, por
ejemplo si emerge en las sesiones un temor, necesidad o conflicto de valores
que paraliza la mente del coachee puede surgir un nuevo resultado deseable.
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